top of page

Bienvenido a
BLOG  E L Í G E T E

Aquí podréis visualizar contenido que hemos dado en las diferentes sesiones de la Intervención Comunitaria E L Í G E T E.

Podéis profundizar y consultar el contenido que os hemos impartido en clase.

Si queréis preguntar alguna duda, podemos chatear.

¡También podéis proponer temas para publicar en el blog!

El porno, ¿nuestro referente?

  • carlosanz971
  • 23 dic 2024
  • 3 Min. de lectura

Existe una distinción clara entre el sexo real, que se basa en el disfrute mutuo; y la pornografía, que está diseñada principalmente para el placer del espectador. En la pornografía, la sexualidad se presenta como un espectáculo, como un medio para satisfacer las expectativas de los consumidores. Al igual que el cine, nos muestra a actores y una ficción.


Esto distorsiona la realidad de las relaciones sexuales, ya que con frecuencia se presenta un sexo mecánico, sin emoción, sin conexión real entre las personas involucradas, y frecuentemente con violencia o sumisión, especialmente hacia las mujeres.


Por este motivo, es fundamental que el adolescente no tenga a la pornografía como su referente principal, como algo a imitar ni en lo que basarse a la hora de un acto sexual real. El mejor referente con respecto a la sexualidad son tus padres o tutores o profesionales de la salud. Podéis consultar en Punt Jove.


Desde un punto de vista neurofisiológico, la pornografía afecta el cerebro, especialmente al sistema límbico, el cual está relacionado con las emociones y el placer. El aumento de dopamina, que es el neurotransmisor clave del placer, puede generar una dependencia, ya que cada visualización de contenido pornográfico refuerza la sensación de gratificación inmediata. Sin embargo, este aumento de dopamina también puede aumentar la ansiedad y la necesidad de más estímulos.


Como podéis observar, este sistema de recompensas que se ve afectado por la pornografía es el mismo que interviene en la adicción a las pantallas, la adicción a las drogas y la dependencia al azúcar como ya hemos abordado en otras sesiones. En este caso de la pornografía se puede generar esa búsqueda constante de nuevas imágenes y experiencias más intensas. Lo que antes satisfacía ya no es suficiente, lo que hace aumentar la dosis y pasar más tiempo consumiendo porno, apareciendo tolerancia.


Durante la adolescencia, el cerebro sigue desarrollándose, especialmente la parte prefrontal, que es la que ayuda a controlar los impulsos. El consumo constante de pornografía puede alterar este desarrollo, afectando la capacidad de los adolescentes para controlar sus deseos y actuar de manera responsable.


A medida que el cerebro de los adolescentes madura, se va formando su capacidad para diferenciar lo que es real de lo que es ficción. El consumo de pornografía en esta etapa puede confundir esta distinción, lo que podría llevar a comportamientos problemáticos en el futuro.



Además, la exposición constante a contenido pornográfico puede desensibilizar a los adolescentes hacia el sufrimiento de las otras personas (los estudios muestran que el 88% de los vídeos pornográficos contienen algún tipo de violencia física). Esta violencia a menudo es normalizada, haciendo que los adolescentes asocien el dolor o la humillación con el placer sexual.


Esta desensibilización ante la violencia puede generar una falta de empatía, una incapacidad para ponerse en el lugar del otro y entender el dolor ajeno. Esto puede afectar profundamente sus relaciones futuras y su visión sobre lo que debe ser una relación sexual sana y respetuosa.


La pornografía, al promover la cosificación de las mujeres y de su cuerpo, influye negativamente en las relaciones interpersonales. Los adolescentes pueden desarrollar una visión superficial de las relaciones sexuales, en las que se busca la gratificación instantánea sin tener en cuenta el respeto mutuo o el bienestar de la pareja. Esto puede llevar a una disminución de la libido y una mayor desconexión emocional durante las relaciones sexuales reales.


Para conseguir una sexualidad sana es primordial que se establezca una comunicación abierta con la pareja, sin presiones, donde se pueda hablar sobre los gustos, las inseguridades y los límites de manera honesta. La sexualidad debe ser un proceso de descubrimiento mutuo, que se base en el cariño, el respeto y en la confianza.


El sexo no debe verse como una obligación o algo que se hace por cumplir con una expectativa externa, sino como una actividad íntima, consensuada y placentera para ambas partes. La confianza y el respeto son claves para que las relaciones sexuales sean satisfactorias y no traumáticas.


Sin embargo, hay que destacar aspectos positivos de la pornografía como una ayuda a explorar nuestra propia sexualidad, así como buscar inspiración o experimentar cosas nuevas. Además de liberar los prejuicios en torno a la sexualidad, permitiendo a muchas personas identificarse con el tema y hablar con naturalidad del mismo.



Os recomiendo ver “Generación Porno”, creado por TV3, que os permitirá conocer cómo influye la industria del porno en la vida sexual de los más jóvenes.

 


Comments


bottom of page